Las decisiones que toman en logística, terminan siendo cardinales en los resultados comerciales de las empresas, pues inciden en sus capacidades de gestionar mercancías, cumplir compromisos comerciales, optimizar costos de distribución, aumentar ventas, elevar la reputación de la marca, y decenas de indicadores más.
Y precisamente por tratarse de decisiones cruciales para el éxito de las empresas, no pueden formularse a la ligera. Deben hacerse de manera integrada y alineada con las decisiones comerciales, así como a la ventaja competitiva que se quiera ofrecer (flexibilidad, precio, calidad, etc.). Además, deben considerar los cortos, medianos, y largos plazos.
Por tanto, un proceso lógico de toma de decisiones es siempre lo más conveniente.
El proceso de decisión
Para dar con la elección correcta de entre la variedad de opciones disponibles, es necesario correr un proceso de comparación y análisis de los resultados de cada opción, a partir de la información disponible, para descartar las opciones cuyos resultados no sean los que deseamos, y encontrar la que ofrezca los más eficientes. Así estaremos eligiendo con conocimiento de las consecuencias de dicha elección.
Y hoy en día, para hacer este análisis, es imprescindible colocar al cliente en el centro del problema y la solución, es decir, hacerlo desde una estrategia “customer centric”, desde la perspectiva del cliente y no del mercado, desde sus necesidades y expectativas, pues esa es la mejor forma de asegurar su satisfacción y fidelidad.
Las fases
El proceso de toma de decisiones logísticas puede verse en dos niveles: las decisiones de producción (qué, dónde y cuánto producir, qué proveedores elegir, etc.) y las de la logística local (transporte, almacenamiento, control de inventario).
Las fases del proceso pueden variar dependiendo del objeto del proceso de toma de decisiones, sin embargo, en términos generales, se requiere pasar por estas cuatro:
1. Definición
Definir el problema, es decir, delinear de la forma más concreta posible la cuestión a resolver, tiene que ser el punto de arranque del proceso de toma de decisiones.
En líneas generales, en el sector logístico, el problema esencial a resolver es cómo hacer llegar los productos al cliente a tiempo y en condiciones óptimas de calidad.
2. Recopilación
Lo siguiente será obtener toda la información al alcance sobre el problema definido y catalogarla para que sea más rápido ubicarla cuando se necesite.
Para que la información sustente bien la toma de decisiones de todo el sistema, debe ser válida, clara, oportuna y estar siempre actualizada, pues en momentos críticos, las demandas urgentes se agregan a las demandas cotidianas.
Un plus sería poder validar la información mediante el contacto con otros actores, creando mecanismos de intercambio que sirvan para ratificar, rectificar o desechar la información.
3. Generación de opciones
Luego de recopilar y analizar la información que tenemos hasta este punto, se proponen alternativas viables de solución.
4. Selección
Las posibles soluciones propuestas deben compararse entre sí, y finalmente, se pasa a elegir la opción más adecuada. Esa elección será el resultado de todo el proceso.
La clave para que el proceso arroje el mejor resultado, será tener en cuenta todos los elementos implicados en la cuestión a resolver y en la solución a aplicar en cada caso, así como los límites y necesidades de las distintas rutas de distribución, por ejemplo, o soluciones logísticas en general.
De lo local a lo global, contemplarlo todo
Las redes de abastecimiento de las empresas tienen múltiples orígenes y sus productos irán a múltiples destinos.
Así que, un error común a evitar, es tomar las decisiones aisladamente, o sólo mirando los problemas localmente, o solo contemplando costos globales.
Todo suma, de modo que, para conocer realmente los costos logísticos, hay que mirar la red completa, desde las importaciones de insumos, hasta la llamada “última milla” de las entregas de nuestras mercancías. Analizar integradamente ahorra costos.
El necesario seguimiento
Evaluar el resultado de las decisiones anteriores, permitirá en lo posterior tomar mejores decisiones.
Así que, una vez que nuestras decisiones logísticas están en acción o se han ejecutado, debemos realizar un rastreo constante de los resultados, un sistema de control para su evaluación. Esta sucesión de la información también ayudará a evitar las decisiones de forma aislada y cortoplacista.
Después de todo, mejores decisiones logísticas, permitirán a las empresas vivir y triunfar en el mercado por más tiempo.